El otro día me soltaron una de esas frases que se te quedan dando vueltas en la cabeza. Es esa idea de que cuando alguien te da la oportunidad de enseñarle, no solo te está regalando su tiempo, sino que también está depositando su confianza en ti. Confía en que vas a acompañarle en su aprendizaje y que lo que sabes se va a filtrar en cómo ve y hace las cosas. Vaya responsabilidad, ¿no? Pues Asier y yo nos sumergimos de lleno en esta aventura este año, todo gracias a Borja Sobas, el profe de Diseño de Interacción en ID-Arte.
Este año decidimos meternos de lleno y ser mentores en la clase de Diseño de Interacción. Les mostramos a los chicos todo lo que hay que saber sobre cómo se crea un producto digital desde cero: empezando por esa idea inicial hasta lanzarlo al mundo, y sin olvidarnos de desarrollo, marketing y negocios por el medio.
La verdad es que fue un auténtico honor que contasen con nosotros para esta asignatura. Y las presentaciones de los estudiantes... ¡wow!, de verdad que nos dejaron con la boca abierta, a la altura de lo que hacemos en Chubby Apps. Esperamos que la clase haya pillado bien todas nuestras ideas y que les sirvan para su futuro profesional.
Ser mentores en ID-Arte ha sido, sin dudas, un intercambio brutal. Por más que estuvimos ahí para enseñar, cada día aprendíamos algo nuevo nosotros también. Cada pregunta que nos hacían, cada pequeño tropiezo que tenían, era una oportunidad para ver las cosas desde otra perspectiva, para recordarnos por qué nos apasiona lo que hacemos.
En fin, Asier y yo esperamos haber dejado algo positivo en ellos, alguna que otra perla de sabiduría que les sirva de guía. Esta experiencia nos ha enseñado que enseñar es mucho más que solo transmitir conocimientos; es conectar, es compartir un viaje de descubrimientos y, sobre todo, es crecer juntos. Y ahí radica la magia de ser mentor: en ese ir y venir de enseñanzas, en esa amistad que se forma mientras aprendes y enseñas a la vez.